Con la llegada del ferrocarril
a la ciudad de Orizaba, un adinerado extranjero español, que antes había visitado la ciudad, se
había enamorado de la zona
y del clima de la región, por lo que de regalo de bodas para uno de sus hijos, planeaba la
construcción de una casa; la construcción se daría entre los años de 1870 y 1880; terminada la importante
obra, el hijo extranjero llegó con esposa e hijo en camino, la casa ya
preparada con sirvientes y un mayordomo de edad, fueron las primeras personas
que junto con el matrimonio, iniciaron la vida dentro del hogar de regalo.
Eran una familia que tenía mucha confianza en la gente aledaña y daban pues oportunidad a gente que demostrara ser trabajadora formar parte de diversos trabajos, sin embargo permanecía en pie la figura del mayordomo, firme, obediente y claro, el principal de la servidumbre, querido por parte de la familia ya que era parte del inicio del nuevo hogar en nuevas tierras. Un amigo querido del hijo extranjero había venido de viaje a Orizaba, para probar suerte en el país, por lo que se había hospedado en la casa un cierto tiempo, su amistad incrementaría y la suerte daría fruto, como si destino fuese, el que llegase a esa casa tendría la fortuna asegurada, agradecido por la hospitalidad, un día partió para el interior del país para seguir con lo suyo, pero él tenía en su corazón, la valiosa vida y aprecio de la buena familia y de la casa.
Al pasar el tiempo falleció el padre del hijo extranjero, heredando éste su gran fortuna, lo que le dio más importancia y no tardó en resaltar entre la cuadra, por ser de los riquillos extranjeros. Pasaron 25 años, ya el hijo extranjero ahora era abuelo y cabeza importante de la familia, sus hijos casados, estaban repartidos en otras partes de México, pero la más chica de la familia permanecía soltera, y de la misma manera como el tiempo dejaba su huella en la ciudad, en los muros y en la familia, el mayordomo ya estaba grande, paso un mes en cama enfermo, bastante agradecido por el trato de el señor de la casa y la familia pues ellos ahora estaban a su lado ya en sus últimos momentos.
La leyenda cuenta, que un estafador, de buena pinta, ya merodeaba el asunto, y aprovechó la situación que estaba sucediendo, para hacerse pasar por un mayordomo con experiencia. El mayordomo falleció en la casa y al poco tiempo se presentó este hombre, que logró convencer al señor para el hueco del antiguo mayordomo; estuvo estudiando las actividades de la familia, sus conocidos, sus momentos importantes, se fue ganando la confianza poco a poco, pero por las noches sólo pensaba en la fortuna resguardada en alguna parte de la casa, en la manera de salir huyendo con todo sin ser descubierto, pero pasaba más el tiempo.
Por fin la última hija del señor, se iba a comprometer, era una ocasión de fiesta, y que mejor fecha para hacerlo que en el aniversario 30 de la casa, donde cada aniversario se reunían a comer, bailar y charlar sobre ese primer día de su llegada, ahora era el aniversario 30 y el compromiso del último hijo, sería una cosa en grande, vendrían los demás hijos ya casados, familiares, amigos nuevos y antiguos, vecinos, y demás conocidos, hasta la servidumbre de años atrás vendría.
El festejo iba a estar de lujo, al ahora nuevo mayordomo se le encomendaba llevar la rienda de toda la servidumbre, ver que los preparativos estuvieran listos, las invitaciones, el banquete, y todo a la perfección, pues claro estaba, que sería mucho mayor que en los años posteriores; fue entonces cuando tan emocionado el señor le dijo al mayordomo que adoraba esa fecha en especial, el mejor regalo que su padre pudo haberle dado, le contó al mayordomo como su fortuna incrementaba en vez de bajar casi año con año, a lo que el mayordomo haciendo uso de sus tretas e inspirando ya confianza le saco la verdad, la fortuna estaba oculta en una parte de la casa tras unos libreros, le dijo que le ayudará a ver de cuanto dispondrían para la fiesta, y al mostrar el inmenso dinero al mayordomo, este se quedó perplejo al ver la fortuna, desde ese día, se dice que no dormía tratando solo de planear como sacar toda esa cantidad, como la iba a gastar y adonde iría, seguramente se perdería en algún otro país con tanta riqueza.
Faltaba ya como un mes para la fiesta de los 30 años y el mayordomo no ideaba aún la fechoría; la leyenda dice que sentada en la mesa, la familia, ya listos para comer, la hija menor aún no lo hacía, a lo que el señor de la casa dijo: Aquí no come nadie, si no comen todos.
Y efectivamente llegó la hija menor y al sentarse iniciaron la comida, en ese momento al mayordomo se le vino la idea para lograr distraer a todos y así poder salir sin prisa ni escándalo y robar lo planeado. Una mañana, el mayordomo se levantó temprano y fue a donde venden polvos para limpiar, insecticida, aromatizante, o veneno, a lo que pidió un polvo raro “para deshacerme de unas alimañas”, ahí le explicaron que una vez ingerido el veneno, el animal se cansaba y le provocaba sueño, a lo que tiempo después fallecía dormido.
Llegó el día de la fiesta y comenzaron a llegar las amistades de todas partes, vecinos de la cuadra, familiares, mientras que en la cocina se preparaba todo para la comida, dicen que el mayordomo echo pequeñas porciones del polvo en los saleros y que se sirvió un platillo que necesitaba de bastante sal para saborearse, o que fue en las bebidas o los postres; y llegó la campana anunciando la hora de sentarse en la mesa, junto con el brindis, para esa hora ya todos los invitados deberían haber llegado, pues el compromiso se llevaría minutos antes de la comida, y así fue; con aplausos y alegría se sentaron todos a comer, estaban todos los que habían vivido y pisado la casa; el mayordomo se encontraba sumamente nervioso por el crimen que iba a cometer, pues había mucha gente reunida, todos llenos de alegría, él sabía que iban a probar su última comida, pero ya no había marcha atrás, el sólo hecho de pensar en toda la fortuna lo hacía regresar a ese plan despiadado.
Ya todos estaban sentados en la mesa, el señor de la casa dio un discurso antes de probar alimento, mirando a cada uno al rostro, deseando lo mejor a cada uno; el mayordomo tuvo extremo cuidado de no ingerir el alimento marcado, del cual todos probaron, y que debió haber sido un platillo fuerte para no ser rechazado por nadie. Terminaron de comer y se levantaron la mesa, pero nadie podía marcharse pues faltaba el pastel, el mayordomo ya solo contaba los minutos para que diera efecto; los niños comenzarían a dormir uno por uno, seguido de los mayores, extraño ha de haber sido para los últimos que quedaban despiertos, mirando sorprendidos como caían de sueño los invitados.
Una vez que los invitados estaban durmiendo, el mayordomo se apresuró para cargar las bolsas de dinero en una carroza y así escapar, sin embargo dicen que cuando cargaba ya las últimas bolsas una voz se le metió en la cabeza y le dijo: ¿Crees que te vas a salir con la tuya? ¿Crees que no te van a encontrar? Tan pronto llegue la ley, encontrarán los cuerpos y al no encontrar el tuyo sabrán que tú fuiste…
El mayordomo entonces se vio en una desesperación, entonces se le vino la idea de echarlos en la fosa séptica.
-Parece que encontraste la solución, pero, ¿qué te hace pensar que van a caber todos ahí?, se te va llenar rápido ¿no crees?
-Parece que encontraste la solución, pero, ¿qué te hace pensar que van a caber todos ahí?, se te va llenar rápido ¿no crees?
A lo que se le ocurrió la macabra idea de cortar los cuerpos; lo más seguro es que haya utilizado un hacha o serrucho para descuartizar a toda la gente, y así en pedazos poder arrojarlos al interior de la fosa. Ya era muy noche y a unas cuadras antes de la casa se veía un jinete, era el amigo de la familia, que hacía tiempo le habían brindado tal hospitalidad en la casa, quien sabe cuál habrá sido la demora, quizás le ocurrió un pequeño accidente, un camino equivocado, tal vez él mismo decidió llegar tarde o el destino o la misma casa sabía lo que iba a ocurrir y cual si fuera una manera de pedir ayuda, este amigo de la familia sería el único que no llegaría a tiempo a la comida, no la probaría y no moriría, sino que sería el testigo y salvación decente para que el mayordomo no acabara con los demás cuerpos que faltaban.
Éste amigo de la familia decidió dejar el caballo unas cuadras antes para ir a pie y dar la sorpresa a el señor y a la familia por su llegada inesperada; al llegar encontraría el silencio del hogar marcado, las luces apagadas, sigilosamente con el juego de llaves que poseía cuando antes vivía logró entrar, dando pequeños y silenciosos pasos, pero al entrar pudo notar el tremendo olor a muerte que desprendía el lugar, se dirigió hacia donde escuchaba fuertes golpes, que era donde el mayordomo daba tremendo castigo a los cuerpos de cada invitado; entonces la voz regreso a la cabeza del mayordomo: ¿Lo ves?, te dije que te iban a encontrar, ahora no puedes esconderte.
Entonces el mayordomo dio un grito de desesperación de ¡No!, ¡cállate!, ¡Nadie lo sabe!, y el amigo veía como se daba golpes en la cabeza, y así dando un mal paso choco con una botella que al caer dio tremendo cristalazo en el suelo, lo que llamó la atención del mayordomo, el pobre tipo se escondió tras un sillón, ahí se acercó el mayordomo con sigilosos movimientos, tratando de no darse a notar, buscando el motivo por el que aquel estruendo había sucedido, y el tipo se encontraba en una completa desesperación mental, y el mayordomo de seguro con puñal en mano deseando que lo que la voz le había dicho, no fuera cierto. Fueron minutos de miedo silencioso, entonces el mayordomo prosiguió a continuar con su fechoría y terminar de una vez, entonces el tipo, cegado de miedo salió de su escondite casi a punto de llorar, la historia cuenta que antes de salir, él tipo escucho una voz que le dijo: ¿Por qué te vas?, ¡Ayúdame! Pero el tipo lleno de miedo, salió de ahí, caminó la calle y llego hasta su caballo para escapar lo más rápido.
Entrada la madrugada, el mayordomo ya había terminado de arrojar los cuerpos a la fosa y lavado el cuarto de sangre y de seguro la fortuna debió estar lista para partir en una carreta, sin embargo ya tapando el hueco de la fosa, se dice que la voz entró una última vez para ya no salir de la cabeza del mayordomo, quien sabe cuántas cosas taladraban los pensamientos del mayordomo que no lo dejaban descansar, versiones dicen que tomó el puñal y se lo clavo en la cabeza, otras que resbaló y cayó al hoyo y ahí herido entre la sangre y los cuerpos mutilados, vio el mismo rostro de terror en persona que le hablaba en su cabeza.
Al otro día, las cuadras vecinas permanecían quietas, cuando llegó la autoridad máxima y se presenció lo ocurrido, se dice que la casa clamó ayuda de justicia por segunda vez, pero las autoridades al ver toda la fortuna ya lista para salir, decidieron ocultar toda evidencia, rellenaron y taparon el hueco de la fosa, confiscaron los muebles y las demás casas vecinas, todos esos bienes pasaron a dividirse entre los testigos, quienes vendieron las casas vecinas a otra gente tercera, otros las derribaron para construir nuevamente y así vender, pero la casa permaneció ahí sin moverse, tal vez por respeto o miedo a no tocar lo que ahí había sucedido.
Se dice que la casa pasó a manos de un importante adinerado de Orizaba, quien al tratar de venderla, tuvo que primero ir a mostrarla en su interior, sin embargo al hacerlo, la casa como si pareciera saber el interior de las personas, hizo que sintiera mareos para después hacerlos aparecer afuera. Sin embargo cuentan que si alguien llega a ser aceptado por las almas o por la casa, quien logre pasar la noche sin amanecer o aparecer afuera, entonces la casa será suya. Pero, y ¿qué paso con el amigo de la familia, el tipo que fue testigo de todo?, un rumor dice que se fue al interior del país, donde quedó mudo del susto, sin embargo al pasar el tiempo le regresó el habla y a si contó todo su drama.
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